miércoles, 10 de abril de 2013

(¿al dia siguiente?) por la mañana


...sin embargo no es un desmayo en el sentido convencional, porque apenas me parece acabar de cerrar los ojos cuando los vuelvo a abrir y estoy en el espacio que mi empresa denomina pomposamente "comedor" pero que no es más que una habitación sin ventanas con media docena de mesas, un montón de sillas de plástico y una máquina de café. Me encuentro sentada en una de ellas y ante mi está mi amiga Bridget mascando un sandwich relleno de algo verde, según me deja apreciar gracias a su costumbre de no dejar de hablar cuando tiene la boca llena.
-...y te podrás imaginar cariño lo que sentí cuando además de ver la facturaza de SETENTA euracos comprobé que el tratamiento para cabello rebelde consistió nada más en dejarme la melena como si una vaca se hubiese pasado la mañana lamíendome la cabeza...
Ahora que le echo un vistazo a su pelo reparo en que sí lo tiene mucho peor que de costumbre: lacio, mortecino y como si hubiese perdido la mitad de sus efectivos en la maniobra. No quiero decir que saber de qué me está hablando Bridget haga desaparecer de repente mi sensación de total desorientación pero al menos hace que me reprima las ganas de empezar a gritar "qué ha pasado, qué hago aquí" y generar en un momento una situación terrorífica. Contemplo ante mi un vaso con el Colacao que me suelo tomar cada mañana y también esa sensación de cotidianeidad al encontrar mi bebida habitual delante mío me hace relajarme un poco más. Doy un vistazo a mi alrededor y no veo más que las conocidas caras de todos los días, con el mismo gesto de hastío de siempre y transmitiendo la misma sensación de desencanto que de costumbre...desde luego algo va mal en mi cabeza porque no puedo recordar como encontré mi coche, volví a mi casa, me acosté, me he levantado esta mañana y he trabajado tres o cuatro horas haciendo quien sabe qué, ¡pero vaya!, al menos este es mi mundo, un lugar conocido y no hay motivo para asustarse.
Sonrío un poco y al hacerlo Bridget resopla con alivio.
- ¡Joder, menos mal que das señales de vida! Porque llevas con una cara de zombi toda la mañana que ya me estaba pensando si no te andarías metiendo algo.
- Perdona, tía, llevo toda la mañana super-rara, no sé si no iré a ponerme mala o qué...
Bridget compone una cara de sincera preocupación, se levanta de su silla y la arrastra hasta ponerla al lado de la mía, consiguiendo que todo los presentes en el comedor contemplen con preocupación su trasero por si al fin consigue reventar la escueta minifalda azulona en la que se encuentra embutido.
- ...pero bueno...me dejas muerta, en serio...¿has sido capaz de sentirte mal y no decirme nada mientras yo te lavaba el cerebro con mis nefastas experiencias en el "Sexy&Chic"?...¿somos amigas o qué somos, carajo? -inicio un movimiento de encogimiento de hombros para explicarle algo confuso que yo misma no acierto a entender pero me silencia con un gesto- No digas nada: ahora mismo vamos a ir las dos a la enfermería, vas a decir que te encuentras mal y a continuación me ofreceré voluntaria para acompañarte al servicio de urgencias. No me des las gracias, porque cuando terminemos allí tendrás que invitarme a un Martini y un pinchito en un sitio trendy total del que me han hablado los de recursos humanos...¿o te creías que iba a acompañarte yendo de guay y también de gratis?
Empieza a tirar de mi para levantarme y solo entonces compruebo que sigo llevando los vaqueros con lentejuelas de Armani, los zapato-taconazos y la blusa de Zara como si de verdad acabase de bajarme de mi coche la noche anterior...
"Algo sobrenatural debe haber ocurrido, porque si no jamás hubiese repetido modelito" pienso de nuevo alterada en tanto mi cabeza sigue dándose de bruces una y otra vez contra el muro oscuro que encierra todo lo ocurrido, desde que me apeé del coche en el bosque la noche anterior hasta que me he encontrado sentada aquí con Bridget.
-No puede ser, Bri -digo al fin- me está pasando algo horroroso, tengo un vacío de tiempo en la cabeza y no puedo recordar ni un solo minuto de toda la noche pasada, ni siquiera sé como he llegado a trabajar esta mañana...me he puesto los mismos vaqueros y la misma blusa de anoche, ¿no es eso una prueba irrefutable de que algo espantoso está pasando con mi vida?"
Bridget guarda silencio, ha dejado de tirar de mi y pienso si no estará conmocionada por mis revelaciones, así que me vuelvo cariñosa hacia ella pensando en tranquilizarla......pero no, la muy zorra creo que de hecho no ha escuchado ni una sola palabra de las que le he dicho, porque la sorprendo con los gordos carrillos descolgados, el labio inferior babeante y los párpados entornados.
- Bridget, joder, ¿has oído una sola palabra de lo que te he dicho?
Me manda callar con un gesto y hace un movimiento con la cabeza hacia la máquina de café, sin hacer más que suspirar y babear otro poco.
¿Es que hay algo más importante ahora mismo que el tener al lado a TU MEJOR amiga, una amiga que puede estar perdiendo la cabeza y se siente sola, abandonada y confundida?...he de darle la razón, hay algo más importante: en esos instantes se encuentra forcejeando con los botones de la máquina Chuchi, Chuchi el encantador, un impresionante ejemplar masculino que nos trae a todas locas y causa un reverente silencio a su paso cada vez que se nos cruza por un pasillo. He de disculpar a Bri porque yo misma he enmudecido y también he empezado a babear contemplando el espectáculo: Chuchi lleva como siempre una entallada camisa blanca muy ceñida a su perfecta anatomía, las mangas arremangadas hasta el codo, una corbata negra con el nudo encantadoramente caído y unos pantalones oscuros que me llenan de mariposas el estómago al pegarse de esa inquietante manera a sus nalgas.
- Has visto qué culo -susurra Bri apretándome el hombro hasta hacerme daño-...creo que me están sangrando los ojos...
Chuchi siempre luce un suave bronceado en plan tenista, una sonrisa blanca resplandeciente y una barbita de  tres días que no sé como hace para conseguir que siempre esté justo a esa medida, como de tres días ni más ni menos. Tiene los ojos color miel, el cabello oscuro muy cortito, unos brazotes ligeramente velludos que apetece acariciar o chupetear según el momento hormonal de cada una, y unos muslazos como torres fruto sin duda de algún deporte que pide al cuerpo correr mucho. Media docena de pollos con muslos como esos y terminabas con el hambre de algún pais necesitado en cuestión de minutos.
Chuchi además no parece consciente de estar tan bueno como está, lo cual le hace todavía más apetecible, y ahora mismo está contemplando la máquina del café mordisqueándose el labio inferior con un encantador gesto pensativo ajeno del todo a la manada de lobas que observan sus evoluciones y emiten suspiros.
- ...tengo el chocho como una regadera, ¿tu no? -jadea Bridget-.
En esto que Chuchi se agacha para recuperar sus monedas, el pantalón se aprieta más si cabe a la curva perfecta de su trasero, la sección femenina al completo del comedor deja escapar un "¡aaaaaah!" y yo...yo comienzo a sentir una sensación inquietante procedente de algún punto no localizado, pero que hace zumbar mis sentidos de alerta y me cubre la espalda de sudor frío.
Creo que nadie en el comedor da crédito cuando el índice y el pulgar de la mano de Chuchi pellizcan sobre su glúteo izquierdo una y otra vez hasta localizar el elástico del calzoncillo y después, con una ligera separación de muslos, tiran de él para dar un poco más de holgura a los tesoros ocultos que se esconden allí dentro.
El "¡aaah!" empieza a parecerse un poco al escándalo de un concierto de los Beatles, pero yo ya no puedo escucharlo. Por increíble que parezca estoy olvidada de ese culazo, porque he localizado el foco de mi desasosiego y no está desde luego en el culo de Chuchi...está aquí, aquí mismo...ENTRE MIS PIERNAS...
Lo que en principio parecía nada más una extraña posición de mi ropa interior está cobrando volumen, primero como si tuviese un calcetín enrollado ahí metido, después tal cual si hubiese ahí un ratoncito cálido y peludo que no encuentra acomodo...un ratoncito que está cogiendo consistencia y chirría contra el diseño de mis jeans Armani que desde luego no están pensados para...
...
...¡PARA UNA POLLA!
.- ...cielos...-jadeo lo suficientemente fuerte como para que todo el comedor incluido el Chuchi dejen de prestar atención a lo que están haciendo para mirarme- ¡TENGO UNA POLLA COMO UNA OLLA!
Bri me contempla estupefacta mientras me cubro la entrepierna con las manos y siento la sangre inundando mis mejillas al Norte e inundando otra cosa al Sur que no para de crecer a pesar de la tensión del momento.
- Sheila, cariño, la polla la tiene aquel señor, no tú -susurra mi amiga inclinándose sobre mi oreja en plan confidente- Quizás querías decir "quiero una polla como una olla" pero la tensión sexual del momento te ha ofuscado y confundiste "tener" con el "desear"...
Su terapia es en vano, no puedo describir el remolino de terror, asco y angustia que me revuelve el estómago, he de levantarme de un salto y salir corriendo del comedor en dirección a los lavabos de señoras, ajena a los murmullos del personal y la encantadora mirada de cachorro asustado que me dedica Chuchi cuando cruzo como un Sputnik a su lado graznando un "peggdón" al tirarle el café sobre la camisa con un golpe de codo.
...llego al lavabo de señoras, me encierro en una de las cabinas y procedo a bajarme poco a poco la bragueta de mis Armani, con el mismo gesto de pánico y dolor que alguien compone cuando se saca una astilla que se le ha clavado profundamente bajo la piel. Tengo la esperanza de haber confundido las señales, que lo que he sentido ahí no es lo que me ha parecido que es sino otra cosa, pero cuando veo una cabezota colorada asomando por encima del elástico de mis braguitas sufro otro desmayo y me dejo envolver por una piadosa oscuridad...

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