Es Deivid quien por fin, con gesto más de querer ahogar al bicho que sacarlo de apuros, salva a Calígula de una muerte segura con ayuda de una red para limpiar piscinas, mientras dentro en el salón Espe reparte el contenido del botiquín de emergencias entre el matrimonio Seventies y Barbi y Ken continúan con su dinámica de pareja de "él-es-gay-y-ella-no-quiere-saberlo".
Mi icono sexual de las últimas cuarenta y ocho horas deja caer el fardo húmedo y repleto de agua que es Calígula en estos momentos junto a mis pies y encogiéndose de hombros dice.
- Voilá ...-a continuación viendome echar chispas por los ojos bufa- ...¡pero bueno! ¿es que también tengo que hacerle el boca a boca?
Lanzo una mirada a Calígula ahí panza arriba con la barriga hinchada y la lengua fuera, y tengo que sisear:
- Pues no harías nada de más. A fin de cuentas fuiste tu quien se empeñó en traerlo, ¿no?
Seré franca: no estoy demasiado preocupada porque Calígula abandone el mundo de los gatos vivos esta noche, pero todo este zipi-zape al final me ha servido de dos cosas: Lo primero, he conseguido asentar mis mucosas estomacales y, quizás gracias al "petardo" que Deivid me ha calzado, mantengo un sereno estado de confianza en mi misma que me mantiene por ahora al margen de la debacle circundante. Lo segundo, he comprendido que en este complicado momento de mi vida lo menos conveniente es liarme con un politoxicomano como el Deivid, y lo que procede es volver a casa con mamá y someterme al exorcismo o lo que sea que Úrsula me tenga preparado...
...pero claro, ¿como volver con la noticia de que me he cargao al Calígula en un surprise-party?...
- Masaje cardiaco, Deivid -ordeno- Suavecito y con dos dedos, como si se lo dieses a un bebé.
( Momento flash-back:
Tengo unos importantes conocimientos de primeros auxilios gracias a mi aventura post-adolescente de apuntarme a unos cursos de la Cruz Roja con el único fin de que me llevasen a un encuentro internacional en la Toscana italiana donde confiaba poder concretar pasiones y follarme de una vez por todas a un apuesto carabinieri que había conocido por el mesenyer... Después resultó que la foto del mesenyer no era del tío en cuestión sino de un primo lejano, un primo que tiempo después vi anunciando unos yogures en la tele, lo cual confirma la magnitud del engaño. Además, claro, me encontré con que el tío no era ni siquiera carabinieri sino vendedor de frutas y hortalizas -mayormente melones- y por supuesto no estaba ni medio bueno: era bajito, calvorota y encima tenía esposa y dos bambini que a las diez de la noche le esperaban con la cena puesta en casa. Quiero decir, que aún en el caso que me semejante fraude ciberespacial me hubiese estimulado las hormonas sexuales en plan "ya que hemos venido, que sea para algo", pues tendría que haberle acompañado hasta el portal todos los días a las nueve y media como si la Cenicienta fuera él y no yo. Esta graciosa aventura tuvo sus consecuencias positivas: por un lado aprendí maniobras de primeros auxilios y por el otro dejé de ser tan jodidamente capulla y terminé con esa costumbre de enviar fotos mías en braguitas a todos los degenerados que ponían de perfil una foto del Brad Pit, mientras yo me decía a mi misma "pero que suerte tengo, otro igualito que el bradpit". La comunidad de salidos ciberespaciales me estarán eternamente agradecidos por la infinidad de pajas que se habrán cascao a mi salud voceando guarrerías en italiano, en chino y hasta en suajili, y yo lo estoy a ellos por contribuir con su lujuria a mi formación como enfermera de emergencias. )
- Cuando dices "dos dedos" ¿en qué estás pensando exactamente" -me dice Deivid guiñando un ojo demostrándome que a él no se le pasó por la piedra un fraudulento carabinieri mientras ejercía de voluntario de la Cruz Roja-.
- En que te metas uno en la nariz, otro en el culo y te largues de aquí -tengo que bufar por fin un poco fuera de mi-. Ve a ver si te necesitan en el salón, anda.
- Pero Chei, que te...
- Ni "Chei" ni hostias. Fuera de mi vista.
A veces la vida te reclama ser dura y tienes que responder o continuan tomándote por sopas...
...el Calígula no estaba tan muerto como parecía porque antes de que vaya a aplicarle el masaje se pone patas abajo, vomita un gran charco de agua casi-casi sobre mis tobillos y a continuación me mira con ojos de desesperao diciendo : "¿MIAAAAAAAUUU?"
Ha dicho: "¿porqué". Lo entiendo a pesar de no tener gato. Ese bicho asqueroso y maloliente a pesar de caerme tan mal como su dueña es una criaturita del Señor y no merece todo esto que le está pasando.
- Tranquilo, minino lindo. Tía Sheila está recogiendo ya los bártulos y enseguida nos volvemos con la zorra de tu mamá para que te contemple y te haga cucamonas.
Calígula capta alguna mala onda porque intenta ponerse de pie, luego vuelve a caer sobre su barriga con otro sonoro "chof" y por fin maulla bajito como aquel se resigna y deja su destino en manos de otro.
-No seas jilipollas -tengo que decirle acuclillada dándole unos sopapos- Es venir conmigo o rebelarte y volverte andando a casa, tu decides.
Intercambiamos un cruce de miradas, luego él se deja caer sobre la tripa y cierra los ojos con cara de "mierda mierda y más mierda". Solo entonces con ese problema solucionado y finísima con mi vestidito rosa palo, vuelvo al salón para seguir prestando primeros auxilios, esta vez en zona catastrófica.
No encuentro muy buenas vibraciones allí dentro porque de pronto todo el mundo me mira como si fuese yo la causante del desaguisado y no el pesao del Seventies empeñado en soltar al gato sí o sí, pero me da igual. Agarro el transportín para felinos, sonrío a la esposa gordita que está hiperventilando con su blusa carísima fileteada entre las manos, sonrío a Barbi que parece estar asimilando justo hoy que su novio tiene que hacer muchos esfuerzos para ser hetero y luego le digo a Espe:
- ¿Puedo cogerte el coche? Me vuelvo a casa de mi madre.
Espe no está del todo centrada, le pasa el bote de mercromina a Seventies para que continue curándose la pechera y me dice en voz baja:
- ...creo que después de esto va a ser lo mejor, si. Tengo aquí un conflicto diplomático bastante serio -sonríe con más debilidad de la habitual y añade- ¿Tu estás bien? ¿Podrás desandar todo el camino?
Me conmueve que, a pesar de este pequeño desastre que no hubiera ocurrido de no haber puesto yo mi culo dentro de su casa, continúe preocupada por mi bienestar.
- Tranquila. Si no te urge el lunes mismo te lo traigo yo de vuelta, ¿vale?
Me da un abrazo ligero y unas palmaditas en la espalda, después se ríe un poco en voz baja y me susurra a la oreja:
-...pero llévate a ese gato, ¿eh?
Ajj.
Espe siempre consigue que la odie un poco por ser tan encantadora, estupenda e irreprochable. ¿Porqué no ha tratado de sacarme los ojos como sería su obligación?
En esto Seventies, que le está pasando la gasa y los antisépticos a su señora, se levanta, me señala con el dedo y chilla:
- ¡Demonia!...eres una demonia, y has traído esa fiera a propósito...¡Vas deretos, diabla!
"¿Vas deretos?" me pregunto "¿donde aprendió latín este jilipollas?"
- Eh, amante de los animales -tengo que bufar- si no hubieses estado haciéndote el simpático para ver si terminabas echándome mano a las tetas, el gato seguiría en su jaula y todos estarían tan a gusto, ¿vale?
Esto consigue dejar de color pálido a la vez a Espe, a Seventis y a su señora, pero en cambio arranca una sonrisa pérfida de Barbi que se olvida un momento del chupapollas de su novio para disfrutar del espectáculo. Tengo pensada una respuesta sucia y contundente también para ella pero entonces el jilipollas del Seventis se arranca una cadena de oro con una cruz que lleva colgada al cuello y vuelve a exclamar la misma payasada:
- ¡Vas deretos!¡Vas deretos!
Para sorpresa de todos, incluida yo, el crucifijo empieza a brillar con una luz trémula y yo doy un paso atrás horrorizada. Horrorizada no por el hecho sobrenatural en si mismo, sino porque ahí abajo entre mis muslos se ha desatado sin ton ni son una grotesca y terrible erección imposible de camuflar con mi fino vestidito-rosa-palo.
- ¡Ah! -dice la gordita señalando el bulto como si mi chocho fuese la via del tren y acabase de aparecer por ahí un mercancías a toda velocidad-.
- ¡Oh! -dice Seventis dejando caer la mandíbula hasta el esternón-.
- Vaya-vaya -se sonríe Barbi atónida y divertida al mismo tiempo-.
- Guauuu -dice el Ken (haciéndome sentir por un momento orgullosa)-.
Cuando entra Deivid con Calígula semi-inconsciente en brazos y también se me queda mirando salivando cual chucho frente a hueso jamonero, me empiezo a plantear si no vamos a terminar montando una cama redonda.
- Mete a ese gato en la jaula y dejadme paso libre, me largo YA.
Hay que salir de ahí antes que la cosa se siga complicando...